miércoles, 29 de octubre de 2008

COMISION NACIONAL DE PASTORAL DE JUVENTUD




El sábado 1 y domingo 2 de Noviembre (el finde semana próximo) se realiza en la QUINTA SAN AGUSTÍN de la comunidad de AGUSTINOS RECOLETOS ubicada en PILAR (Bs. As) la tercera Reunión de Comisión Nacional de este año.




La Comisión Nacional Pastoral de Juventud está integrada por representantes Regionales de Pastoral de Juventud (dos coordinadores y un asesor por cada región del país) w Representantes de Movimientos e Instituciones Nacionales. (dos responsables y un asesor por cada móimiento e institución), Responsables Nacionales de Sectore, el Instituto Nacional de Formación de Pastoral. de Juventud “Cardenal Eduardo F. Pironio”, la Secretaría Permanente, los Coordinadores Nacionales, el Equipo de Asesores Nacionales y el Obispo Responsable de la Pastoral de Juventud.




Esta comisión tiene por función:
*Elaborar y aprobar los Objetivos específicos de la Pastoral de Juventud
*Delegar el cumplimiento de tareas especificas en Equipos de trabajo
*Revisar periódicamente el buen funcionamiento y el desarrollo del trabajo de los mismos. Proponer a la C.E.A. dos ternas de jóvenes entre quienes se nombraran la Coordinadora y el Coordinador Nacional
*Presentar a la C.E.A. los lineamientos elaborados en la Asamblea Nacional
*Convocar a la Asamblea Nacional en forma ordinaria o en forma extraordinaria de acuerdo a la necesidad
*Representar institucionalmente a la Pastoral de Juventud de la C.E.A. Y la frecuencia sugerida de reuniones de la Comisión Nacional es de cuatro veces por año.





LES PEDIMOS ORACIÓN YA QUE DE LA REGION CENTRO (COINCIDE CON LOS LÍMITES DE LA PROVINCIA DE CORDOBA) VAN A PARITICPAR COMO DELEGADOS MARINA AGÜERO (INTEGRANTE DEL EDPJ) Y EL PADRE GUSTAVO GATTO (UNO DE LOS ASESORES)



LOS ENCOMENDAMOS A SUS ORACIONES



sábado, 25 de octubre de 2008

Retiro Espiritual para Jóvenes


HOLA JÒVENES!!!

El SABADO 8 DE noviembre tenemos una nueva oportunidad de compartir el
II RETIRO ESPIRITUAL para jóvenes.

Aprovechá a vivir una
Experiencia de encuentro personal con Cristo.
Predica: Padre Gustavo Gatto (Asesor Diocesano de Pastoral Juvenil)

Pastoral Juvenil te invita, CRISTO TE ESPERA-

FECHA: 8 de noviembre

LUGAR: LOS POTREROS

COSTO: a confirmar

HORA DE INICIO: 08:00

HORA DE FINALIZACIÓN: 18:00

Para tener en cuenta, LLEVAR:
Lapicera
cuaderno
Biblia
El almuerzo

Ponete en contacto con nosotros para cualquier consulta:
Padre Francisco Iglesias, franciscoiglesias@arnet.com.ar

ó de 8 a 10hs a (03571-420957) o Trinidad Olivero (03571-15566378 o 03571-507229)

EQUIPO DIOCESANO DE PASTORAL JUVENIL- Zona Sierras.
NO OLVIDEN ENTUSIASMAR A SUS AMIGOS A PARATICIPAR...

miércoles, 22 de octubre de 2008

SEGUIMOs CON LAS CARTILLAS DE SALADILLO


CARTILLA DE 18 A 25 AÑOS



PRIMER MARCHA : EL ESPIRITU SANTO Y NUESTRA VIDA JOVEN

Para compartir: ¿quién es para mi el Espíritu Santo??

Tenemos necesidad de conocer la persona del Espíritu Santo y su presencia vivificante en nuestra vida. No es fácil. En efecto, la diversidad de imágenes que encontramos en la Escritura sobre el Espíritu –viento, fuego, soplo– ponen de manifiesto lo difícil que nos resulta tener una comprensión clara de él. Y, sin embargo, sabemos que el Espíritu Santo es quien dirige y define nuestro testimonio sobre Jesucristo, aunque de modo silencioso e invisible.
Amigos, cuando recitamos el Credo afirmamos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». El «Espíritu creador» es la fuerza de Dios que da la vida a toda la creación y es la fuente de vida nueva y abundante en Cristo. El Espíritu mantiene a la Iglesia unida a su Señor y fiel a la tradición apostólica. Él es quien inspira las Sagradas Escrituras y guía al Pueblo de Dios hacia la plenitud de la verdad (cf. Jn 16, 13). De todos estos modos el Espíritu es el «dador de vida», que nos conduce al corazón mismo de Dios. Así, cuanto más nos dejamos guiar por el Espíritu, tanto mayor será nuestra configuración con Cristo y tanto más profunda será nuestra inmersión en la vida de Dios uno y trino.
Alejarnos de el Espíritu Santo es sólo un intento vano de huir de nosotros mismos (cf. S. Agustín, Confesiones VIII, 7). Dios está con nosotros en la vida real, no en la fantasía. Enfrentarnos a la realidad, no huir de ella: esto es lo que buscamos. Por eso el Espíritu Santo, con delicadeza, pero también con determinación, nos atrae hacia lo que es real, duradero y verdadero
San Agustín nos enseña que la cualidad peculiar del Espíritu es la unidad. Una unidad de comunión vivida: una unidad de personas en relación mutua de constante entrega; el Padre y el Hijo que se dan el uno al otro. Pienso que empezamos así a vislumbrar qué iluminadora es esta comprensión del Espíritu Santo como unidad, como comunión. Una unidad verdadera nunca puede estar fundada sobre relaciones que nieguen la igual dignidad de las demás personas. De hecho, sólo en la vida de comunión se sostiene la unidad y se realiza plenamente la identidad humana: reconocemos la necesidad común de Dios, respondemos a la presencia unificadora del Espíritu Santo y nos entregamos mutuamente en el servicio de los unos a los otros.
La segunda intuición de Agustín, es decir, el Espíritu Santo como amor. El Espíritu Santo nos hace vivir en Dios y Dios en nosotros; pero es el amor el que causa esto. El Espíritu por tanto es Dios como amor» El amor es el signo de la presencia del Espíritu Santo. Las ideas o las palabras que carecen de amor, aunque parezcan sofisticadas o sagaces, no pueden ser «del Espíritu». Más aún, el amor tiene un rasgo particular; en vez de ser indulgente o voluble, tiene una tarea o un fin que cumplir: permanecer. El amor es duradero por su naturaleza. De nuevo, queridos amigos, podemos echar una mirada a lo que el Espíritu Santo ofrece al mundo: amor que despeja la incertidumbre; amor que supera el miedo de la traición; amor que lleva en sí mismo la eternidad; el amor verdadero que nos introduce en una unidad que permanece.
Agustín deduce la tercera intuición, el Espíritu Santo como don. El Espíritu es «el don de Dios» (Jn 4, 10), la fuente interior (cf. Jn 4, 14), que sacia de verdad nuestra sed más profunda y nos lleva al Padre. De esta observación, Agustín concluye que el Dios que se entrega a nosotros como don es el Espíritu Santo. El Espíritu es Dios que se da eternamente; al igual que una fuente perenne, él se ofrece nada menos que a sí mismo. Observando este don incesante, llegamos a ver los límites de todo lo que acaba, la locura de una mentalidad consumista. En particular, empezamos a entender porqué la búsqueda de novedades nos deja insatisfechos y deseosos de algo más. ¿Acaso no estaremos buscando un don eterno? ¿La fuente que nunca se acaba? Con la Samaritana exclamamos: ¡Dame de esta agua, para que no tenga ya más sed (cf. Jn 4, 15)!
Inspirados por las intuiciones de san Agustín, hagamos que el amor unificador sea nuestra medida, el amor duradero nuestro desafío y el amor que se entrega nuestra misión

Para compartir: ¿qué nos llamo la atención sobre la persona del Espíritu Santo? ¿Qué lugar tiene el Espiritu en nuestra experiencia de fe personal y comunitaria? ´¡con qué novedades los jóvenes buscan saciar sus deseos mas profundos? ¿se trata de caminos de vida o de muerte? ¿Cómo vivimos los jóvenes el amor unificador, el amor duradero y el amor que se entrega?

SEGUNDA MARCHA: JOVENES TESTIGOS Y PROTAGONISTAS…

La tarde del día de su resurrección, Jesús, apareciéndose a los discípulos, «sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”» (Jn 20, 22). El Espíritu Santo se posó sobre los Apóstoles con mayor fuerza aún el día de Pentecostés: «De repente un ruido del cielo –se lee en los Hechos de los Apóstoles–, como el de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (2, 2-3).
En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado, que ahora llamaban afectuosamente el Señor.
Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepiéntanse, bautícense, reciban el Espíritu Santo
Hay que acoger al Espíritu como guía de nuestras almas, como el «Maestro interior» que nos introduce en el Misterio trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios.
Con la fuerza de su Espíritu, Él infunde en nosotros la caridad divina, que nos hace capaces de amar al prójimo y prontos para a ponernos a su servicio. El Espíritu Santo ilumina, revelando a Cristo crucificado y resucitado, y nos indica el camino para asemejarnos más a Él, para ser precisamente «expresión e instrumento del amor que de Él emana» (Enc. Deus caritas est, 33). Y quien se deja guiar por el Espíritu comprende que ponerse al servicio del Evangelio no es una opción facultativa, porque advierte la urgencia de transmitir a los demás esta Buena Noticia. Sin embargo, es necesario recordarlo una vez más, sólo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, que es «el agente principal de la evangelización» (cf. Evangelii nuntiandi, 75) y «el protagonista de la misión»
Se necesitan jóvenes que dejen arder dentro de sí el amor de Dios y respondan generosamente a su llamamiento apremiante, como lo han hecho tantos jóvenes beatos y santos del pasado y también de tiempos cercanos al nuestro. En particular, les aseguro que el Espíritu de Jesús los invita hoy a ustedes, jóvenes, a llevar la buena noticia de Jesús a los demás jóvenes.
Estaen listos a poner en juego su vida para iluminar el mundo con la verdad de Cristo; para responder con amor al odio y al desprecio de la vida; para proclamar la esperanza de Cristo resucitado en cada rincón de la tierra.
Fortalecida por el Espíritu y provista de una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está invitada a contribuir a la edificación de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada amorosamente, no rechazada o temida como una amenaza y por ello destruida. Una nueva era en la que el amor no sea ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie gozo y belleza. Una nueva era en la cual la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y el egoísmo que degrada nuestras almas y envenena las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos, el Señor les está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad.
El mundo tiene necesidad de esta renovación. En muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está expandiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros semejantes han cavado aljibes agrietados y vacíos (cf. Jr 2,13) en una búsqueda desesperada de significado, de ese significado último que sólo puede ofrecer el amor? Éste es el don grande y liberador que el Evangelio lleva consigo: él revela nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. Revela la llamada sublime de la humanidad, que es la de encontrar la propia plenitud en el amor. Él revela la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la vida.
También la Iglesia tiene necesidad de renovación. Tiene necesidad de su, de su idealismo y su generosidad, para poder ser siempre joven en el Espíritu. La Iglesia tiene especialmente necesidad del don de los jóvenes, de todos los jóvenes. Tiene necesidad de crecer en la fuerza del Espíritu que también ahora les infunde gozo a ustedes, jóvenes, y los anima a servir al Señor con alegría. Abran su corazón a esta fuerza

Para compartir: ¿cómo respondemos a esta invitación que hacia Benedicto XVI a los jóvenes en Sydney? ¿cuáles son nuestros miedos y temores a la hora de anunciar a Cristo vivo? ¿Qué acciones concretas podemos realizar para vivir esta nueva era que decía el Papa? ¿Qué necesita la Iglesia Diocesana de nosotros los jóvenes? ¿Qué le estamos dando?

TERCER MARCHA: …DE LA VIDA VERDADERA QUE NOS TRAE JESUS

Nos podemos preguntar: ¿qué quiere decir realmente estar “vivo”, vivir la vida en plenitud? Esto es lo que todos queremos, especialmente cuando somos jóvenes, y es lo que Cristo quiere para nosotros. En efecto, Él dijo: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). El instinto más enraizado en todo ser vivo es el de conservar la vida, crecer, desarrollarse y transmitir a otros el don de la vida.
En el AT el Señor le dice al pueblo elegido: “Te pongo delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida” (Dt 30, 19-20) . ). Estaba claro lo que debían hacer: debían rechazar a los otros dioses para adorar al Dios verdadero, que se había revelado a Moisés, y obedecer sus mandamientos. Se podría pensar que actualmente es poco probable que la gente adore a otros dioses. Sin embargo, a veces la gente adora a “otros dioses” sin darse cuenta. Los falsos “dioses”, cualquiera que sea el nombre, la imagen o la forma que se les dé, están casi siempre asociados a la adoración de tres cosas: los bienes materiales, el amor posesivo y el poder
Los bienes materiales no son malos en sí. Pero, si somos codiciosos, si nos negamos a compartir lo que tenemos con los hambrientos y los pobres, convertimos nuestros bienes en una falsa divinidad. En nuestra sociedad materialista, muchas voces nos dicen que la felicidad se consigue poseyendo el mayor número de bienes posible y objetos de lujo. Sin embargo, esto significa transformar los bienes en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, traen la muerte.
El amor auténtico es evidentemente algo bueno. Pero, qué fácil es transformar el amor en una falsa divinidad. La gente piensa con frecuencia que está amando cuando en realidad tiende a poseer al otro o a manipularlo. A veces trata a los otros más como objetos para satisfacer sus propias necesidades que como personas dignas de amor y de aprecio. Qué fácil es ser engañado por tantas voces que, en nuestra sociedad, sostienen una visión permisiva de la sexualidad, sin tener en cuenta la modestia, el respeto de sí mismo o los valores morales que dignifican las relaciones humanas. Esto supone adorar a una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El poder que Dios nos ha dado de plasmar el mundo que nos rodea es ciertamente algo bueno. Pero qué fuerte es la tentación de aferrarse al poder por sí mismo, buscando dominar a los otros o explotar el medio ambiente natural con fines egoístas. Esto significa transformar el poder en una falsa divinidad. En vez de dar la vida, trae la muerte.
El culto a los bienes materiales, el culto al amor posesivo y el culto al poder, lleva a menudo a la gente a “comportarse como Dios”: intentan asumir el control total, sin prestar atención a la sabiduría y a los mandamientos que Dios nos ha dado.
Adorar al único Dios verdadero significa reconocer en él la fuente de toda bondad, confiarnos a él, abrirnos al poder saludable de su gracia y obedecer sus mandamientos: este es el camino para elegir la vida.
He dicho antes que cuando amamos satisfacemos nuestras necesidades más profundas y llegamos a ser más plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos. Hemos sido hechos para amar, para esto hemos sido hechos por el Creador. Lógicamente, no hablo de relaciones pasajeras y superficiales; hablo de amor verdadero, del núcleo de la enseñanza moral de Jesús: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”, y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (cf. Mc 13, 30-31). Éste es, por así decirlo, el programa grabado en el interior de cada persona, si tenemos la sabiduría y la generosidad de conformarnos a él, si estamos dispuestos a renunciar a nuestras preferencias para ponernos al servicio de los demás, y a dar la vida por el bien de los demás, y en primer lugar por Jesús, que nos amó y dio su vida por nosotros. Esto es lo que los hombres están llamados a hacer, y lo que quiere decir realmente estar “vivo”.
"Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10). Vida en abundancia no es, como algunos piensan, consumir todo, tener todo, poder hacer todo lo que se quiera. En ese caso viviríamos para las cosas muertas, viviríamos para la muerte. Vida en abundancia es estar en comunión con la verdadera vida, con el amor infinito. Así entramos realmente en la abundancia de la vida y nos convertimos en portadores de la vida también para los demás.

Para compartir: Comentamos lo que más nos llamó la atención de las palabras del Papa. ¿Cómo podemos anunciar a los jóvenes de nuestros ambientes esta Vida en Plenitud?

lunes, 20 de octubre de 2008

LA CARTILLA DE SALADILLO


Compartimos la cartilla de los jovenes de 15 a 17.....


PRIMER MARCHA: EL ESPIRITU SANTO Y NOSOTROS

Para compartir: ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Qué sabemos de él?

El verdadero protagonista de esta peregrinación y de toda la misión de la Iglesia y de los jóvenes es el Espíritu Santo. Hay que redescubrir en particular que el Espíritu Santo es como el “alma”, el respiro vital de la propia vida cristiana. Pero aquí surge naturalmente una pregunta: ¿Quién es para mí el Espíritu Santo? Para muchos cristianos sigue siendo el «gran desconocido».
En el credo rezamos: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo» Sí, el Espíritu Santo, Espíritu de amor del Padre y del Hijo, es Fuente de vida que nos santifica, «porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rm 5, 5).
La palabra Espíritu significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza la imagen sensible para contarle a Nicodemo la novedad del que es el Soplo de Dios, el Espíritu Divino. Jesús le llama el “Paráclito” (Jn 14,16.26) que significa “abogado, defensor”, “Espíritu de Verdad” (Jn 16,13). También San Pablo lo llama “el Espíritu de la promesa”, el espíritu de Adopción, el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios.
Se lo simboliza con el agua, significando el agua del Bautismo por la que nacemos a la vida divina por la acción del Espíritu Santo. Además el Espíritu es el Agua Viva que brota de Cristo Crucificado.
También se usa el símbolo de la unción con el óleo (aceite consagrado) con el que somos ungidos en el día de nuestro Bautismo, Confirmación y los diáconos, sacerdotes y obispos el día de su Ordenación.
Otro signo es el fuego, que significa la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El día de Pentecostés el Espíritu descendió sobre María y los apóstoles en forma de lenguas de fuego. También se utilizan la nube, la luz, el sello, la paloma.
Pero no basta conocerlo; es necesario acogerlo como guía de nuestras almas, como el «Maestro interior» que nos introduce en el Misterio trinitario, porque sólo Él puede abrirnos a la fe y permitirnos vivirla cada día en plenitud. Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios.

Para compartir: ¿qué cosas nuevas aprendimos sobre el Espíritu Santo? ¿Cómo es nuestra relación con él? ¿Le pedimos en nuestra oración al Padre que nos envíe el Espíritu Santo? O ¿sigue siendo para nosotros el gran desconocido?

SEGUNDA MARCHA: EL ESPÍRITU NOS HACE MISIONEROS Y PROTAGONISTAS….

Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Dieron testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte.
Esta fuerza de lo alto, la gracia del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don.
Fortalecida por el Espíritu y provista de una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está invitada a contribuir a la edificación de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada amorosamente, no rechazada o temida como una amenaza y por ello destruida. Una nueva era en la que el amor no sea ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie gozo y belleza. Una nueva era en la cual la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y el egoísmo que degrada nuestras almas y envenena las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos, el Señor les está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad.
El mundo tiene necesidad de esta renovación. En muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está expandiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación. Éste es el don grande y liberador que el Evangelio lleva consigo: él revela nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. Revela la llamada sublime de la humanidad, que es la de encontrar la propia plenitud en el amor. Él revela la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la vida.
También la Iglesia tiene necesidad de renovación. Tiene necesidad de la fe de ustedes, de su idealismo y su generosidad, para poder ser siempre joven en el Espíritu. La Iglesia Diocesana de Villa María tiene especialmente necesidad del don de los jóvenes, de todos los jóvenes. Déjense llenar del Entusiasmo del Espíritu para ser testigos del Señor con alegría.


Para compartir: ¿a qué cosas le tenemos miedo a la hora de ser testigos valientes del Señor? ¿Qué hechos concretos podemos hacer en nuestra realidad para vivir esta nueva era de las que nos habla el Papa Benedicto XVI? ¿Qué necesita la Iglesia Diocesana de los jóvenes? ¿Qué estamos dando nosotros en nuestras comunidades parroquiales? ¿´sentimos la fuerza y el entusiasmo del Espíritu Santo? ¿cómo?


TERCERA MARCHA: … DE LA VIDA NUEVA QUE NOS TRAE JESUS

Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Nuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No se dejen engañar por los que ven en ustedes simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.
Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser el Camino y, por tanto, también la Vida. Así, el Camino que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.
Queridos amigos, en casa, en la escuela, en el club, en los lugares diversión, en la parroquia, con los amigos; recuerden que son criaturas nuevas. Cómo cristianos, están en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz

Para compartir: ¿Qué realidades o personas nos engañan proponiéndonos como ideal el tener, el placer por el placer? ¿Creo y acepto que Jesús es el único que me ofrece todo para ser feliz? ¿vivo el testimonio del Señor en la realidad cotidiana? ¿siento alegría de ser amigo de Jesús o es para mi una carga pesada? ¿Qué compromiso concreto asumo para cuando vuelva a casa en orden a ser protagonista y testigo del Evangelio?

viernes, 17 de octubre de 2008

REVIVIENDO SALADILLO 2008



CARTILLA JOVENES DE 12 A 14 AÑOS
Ponemos a tu disposiciòn la cartilla que se trabajo en los grupo de 12 a 14 años en la XXIX Peregrinaciòn DIocesana de Jovenes al Saladillo... puede servir para la lectura personal o para trabajarla en grupo
PRIMER MARCHA: EL ESPIRITU SANTO Y NOSOTROS

Para compartir: ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Qué sabemos de él? ¿Qué hace en nosotros?

Para muchos el Espíritu Santo sigue siendo el gran desconocido, es por eso que necesitamos conocerle, y no sólo esto sino que hay que recibirlo en nuestro corazón como “guía”, como “Maestro interior” para que entusiasmados por su Fuerza seamos testigos de Jesús y protagonistas en la Iglesia.
El Espíritu Santo es Dios, la tercer persona de la Santísima Trinidad. El es el amor entre el Padre y el Hijo. También llamado Paráclito (Jn 14,16), es nuestro defensor, nuestro abogado y amigo de los discípulos de Jesús. Él nos anima siempre en la Verdad. Nos enseña como maestro y amigo, el camino que nos permite conocer al Señor y vivir según su Palabra. Nos da fuerza, como a los discípulos la mañana de Pentecostés, para dejar de lado el temor y ser valientes defensores del Reino y del Evangelio. Este Espíritu es el que nos consuela y viene en ayuda nuestra en situaciones límites (Mt 10,19-20).
El Espíritu Santo inspira en nosotros la Vida Nueva de Jesús. Él es el animador de todo el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y acrecienta ese Cuerpo con nuevos miembros a través del Bautismo. El Espíritu Santo se vale de nosotros para que el mundo conozca a Dios. Nos regala sus dones y frutos desarrollando en nosotros las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad.
El Espíritu Santo, nos hace presente a Jesús Vivo en nuestros corazones y en la Iglesia, es el mismo Dios que nos habita, que nos dinamiza, que nos reúne. ¡Ven Espíritu Santo!, que esta sea nuestra oración y nuestro mayor deseo.

Para compartir: ¿Qué aprendimos de nuevo sobre el Espíritu Santo? ¿cuál es su misión? ¿Qué hace en nosotros y en la Iglesia? ¿cuáles son los dones que el Espíritu Santo nos regalo a los jóvenes para el bien de la Iglesia? ¿Pedimos el Espíritu Santo?


Hacemos juntos una oración pidiendo el Espíritu Santo, respondemos: ¡Ven Espíritu Santo!


SEGUNDA MARCHA: EL SACRAMENTO DEL ESPIRITU SANTO

Para compartir: Preguntar en la patrulla quienes recibieron la Confirmación ¿Cuándo la recibieron? ¿Quién fue el ministro? ¿Qué significo la confirmación para mi? ¿Cómo estoy viviendo ese regalo del Espíritu Santo?
A los q ue todavía no la recibieron: ¿estoy haciendo la catequesis para la confirmación? ¿cómo me estoy preparando para recibir ese Sacramento? ¿qué significa para mí? ¿porqué habrá jóvenes que no la reciben y otros que viven como si no estuvieran confirmados?


En el Bautismo nacemos a la vida de Hijos de Dios, por la fe de nuestros padres y padrinos recibimos el Espíritu Santo y sus dones; nos incorporamos a la familia de la Iglesia .La Confirmación nos da una fuerza especial para testimoniar y glorificar a Dios con toda nuestra vida (cf. Rm 12, 1); nos hace íntimamente conscientes de nuestra pertenencia a la Iglesia, «Cuerpo de Cristo», del cual todos somos miembros vivos, solidarios los unos con los otros .Todo bautizado, dejándose guiar por el Espíritu, puede hacer su aporte a la edificación de la Iglesia gracias a los carismas que Él nos da, Y cuando el Espíritu actúa produce en el alma sus frutos que son «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.
En la Confirmación fuimos o seremos «sellados» con el don del Espíritu y enviados para ser testigos de Cristo. ¿Qué significa recibir la «sello» del Espíritu Santo? Significa ser marcados para siempre, renovados y cambiados, significa ser nuevas criaturas. Para los que han recibido este don, ya nada puede ser lo mismo. Estar «bautizados» en el Espíritu (confirmados) significa estar enardecidos por el amor de Dios. Haber «bebido» del Espíritu significa haber sido refrescados por la belleza del designio de Dios para nosotros y para el mundo, y llegar a ser nosotros mismos una fuente de frescor para los otros. Ser «sellados con el Espíritu» significa además no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor.


Para meditar: ¿cómo estamos viviendo esto de ser nuevas criaturas? ¿Cómo damos testimonio de la belleza del Evangelio? ¿En que lugar nos cuesta más? ¿A que cosas le tenemos miedo a la hora de anunciar a Cristo con fuerza y valentía?

TERCER MARCHA: PROTAGONISTAS Y TESTIGOS DE LA VIDA QUE NOS REGALA JESUS

Para compartir: ¿quién ha experimentado la fuerza del Espíritu en su vida? Se anima a contar su experiencia.

Leamos este testimonio:
Me llamo Gabriel, tengo 16 años, estando en tercer año invitaron a todo mi curso a participar de los grupos juveniles de la Parroquia, y con algunos comenzamos a ir. En un encuentro de oración y amistad estando en la Vigilia de Pentecostés sentimos la Fuerza del Espíritu para dar testimonio de Jesús. Fue una noche como otras, pero con un tinte especial, ya que el compartir la vida y la oración con otros, el meditar algunos textos del Evangelio y cantar al Señor para que cumpla su promesa la hacía especial. Allí empecé a sentir que todo ese fuego que el Señor me había dado, no podía quedar oculto en mi, tenía que contagiarlo de alguna forma a los otros. El lunes en la escuela les compartí a algunos compañeros la hermosa noche que había pasado el sábado y el hermoso regalo que Dios me había hecho dándome el Espíritu Santo. Sentí una fuerza que me animaba y me quitaba el miedo y la vergüenza. Algunos de mis compañeros se rieron pero otros quedaron motivados por los que les conté y empezaron a venir al grupo conmigo. Sentí una gran alegría de ser testigo de Jesús.

Para compartir: ¿Cómo es nuestro testimonio ante nuestros compañeros? ¿nos da alegría ser testigos de Jesús?

Nosotros los jóvenes tenemos que anunciar con nuestras palabras y con nuestra vida que Jesús es el único que nos da la verdadera felicidad.
Escuchemos lo que nos dice el Papa Benedicto XVI:
Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad. Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser el Camino y, por tanto, también la Vida. Así, “el camino” que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia.

martes, 7 de octubre de 2008

Peregrinación - Los potreros 2008 (5 de octubre)






La pere estuvo genial, bien temprano Hernan y Carolina con hiciero entrar en calor con el canto y baile (eramos 187) y luego a caminar.


Gracias a Dios nos acompaño el hermano sol, un día especial para caminar los 11km hasta los potreros. Cuando llegamos dimos gracias a Dios por todo lo compartido. El Padre Francisco precidió la Eucaristía y el hermano Hugo nos acompaño con la guitarra (un genio). Mientras tanto el padre Angel nos ayudaba a reconciliarnos con Dios.

Luego comimos, y entre mate, baile, canto, risas y futbol.... se pasó todo rapidísimo.

Mil gracias a todos por lo vivido
Mirá las fotos al costado, hacé sobre ellas clik para agrandarlas.